LLevas años haciendo de sparring. Estás preparado para hacer crecer a los demás. Sabes encajar y tienes fuerza, resistencia y técnica para estar ahí día tras día. De vez en cuando una pelea nunca a la altura de tu nivel.
Pero un día, la vida te regala esa oportunidad. Sabes que todo está en contra en ese combate y aun así sueñas con ganar.
Cuando suena la campana centras cada músculo de tu cuerpo en ganar ese primer round. Lo consigues. Te creces en confianza, lo estás haciendo bien. Vuelves a la esquina pensando en que solo has de seguir como hasta ese momento.
Oyes la campana por octava vez . Estás a punto de demostrarte a ti mismo que eres capaz de estar a la altura de los grandes.
Pero esta vez no lo has visto venir. Con la guardia completamente bajada, lo único que sientes es el duro impacto del guante y poco después la fría lona. Intentas levantarte pero esa cuenta va demasiado deprisa. Y en unos segundos… KO!
Creias hacerlo bien. Quizás fue la mala suerte.
Pero un día, la vida te regala esa oportunidad. Sabes que todo está en contra en ese combate y aun así sueñas con ganar.
Cuando suena la campana centras cada músculo de tu cuerpo en ganar ese primer round. Lo consigues. Te creces en confianza, lo estás haciendo bien. Vuelves a la esquina pensando en que solo has de seguir como hasta ese momento.
Oyes la campana por octava vez . Estás a punto de demostrarte a ti mismo que eres capaz de estar a la altura de los grandes.
Pero esta vez no lo has visto venir. Con la guardia completamente bajada, lo único que sientes es el duro impacto del guante y poco después la fría lona. Intentas levantarte pero esa cuenta va demasiado deprisa. Y en unos segundos… KO!
Creias hacerlo bien. Quizás fue la mala suerte.
Cuando te levantes y vuelvas a empezar, ese viejo gimnasio te parecerá más frío que nunca.
Hay trenes que solo pasan una vez en la vida y tu no pudiste o no supiste subirte a él.
Hay trenes que solo pasan una vez en la vida y tu no pudiste o no supiste subirte a él.
Fotografía y Texto: Montse Castillo