Vivimos la vida como podemos o como nos dejan. Cuando decidimos iniciar algo, todo cuanto nos rodea nos influye. ¿Cuándo un boxeador decide ser boxeador? Siente ese gusanillo cuando ve algunas películas, cuando ve a su hermano boxear, cuando oye las historias de su padre. Quizás cuando alguien le dice – chico, tú pareces tener madera para esto – y así, casi sin darse cuenta, se ve encima de un cuadrilátero, temblándole las piernas y esperando sus primeros golpes de verdad. Ahí es cuando empieza a forjarse el boxeador. Después de ese primer combate –esto ya no es un juego, chico – Sigue entrenando cada día, pensando en su próxima pelea. Su carácter se moldea al igual que lo hace su cuerpo. Nada es fácil, nada es gratis. Y llega el salto a profesional. ¿Marca eso la diferencia entre ser un boxeador de verdad y no serlo? No. Simplemente cobrar por pelear. ¿Entonces? ¿Cuándo sabe o puede decir alguien “Yo soy Boxeador” ? Porque no se gradua, no le entregan un diploma. Sin embargo llega un día, en el que alguien como yo se planta delante de él, decide sacarle de contexto, alejarle de un cuadrilátero. Y aquel chico que más o menos recuerda cómo se metió en esto, hoy siente y muestra con orgullo que es BOXEADOR.
Fotografía y Texto: Montse Castillo