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Armas de Mujer
La década
Este mes de julio que está a punto de arrancar culmina una década cargada de retos, emociones, ilusiones, sueños. Lo que empezó como un juego se ha ido conviritiendo en algo mucho más serio. La vida me regaló una inspiración que luego fue un amigo y que con el paso del tiempo se ha convertido en un auténtico hermano. Para lo bueno y para lo malo siempre hemos peleado en el mismo bando y después de todas las adversidades que nos hemos encontrado, seguimos peleando y seguiremos peleando. Y lo mejor de todo, es que en este largo trayecto se nos ha ido sumando mucha gente de ley, que cargada de buenos argumentos navega en nuestro barco y nos hace llegar a buen puerto siempre que nos proponemos una travesía. Sin ti y sin ellos sería imposible seguir viviendo esta ilusión. ¡Me encanta la foto!.
Sudor y Lágrimas
Somos más grandes cuando no dejamos de ser humanos. No sé que aluvión de emociones inundan un deportista cuando le llega un momento de recompensa después de tanto esfuerzo. Sergio “Maravilla” Martinez decía que lloraba como un niño después de una pelea . Por algún lado tiene que salir. Yo les he visto concentrados, dando el alma en plena lucha y desbordados llorando como niños cuando todo llega a su fin. La suerte de captarlo es tan grande como la de ellos de vivirlo. Como diría Ruby “Pura Vida”.
Camino a Londres
La historia recordará mi nombre y no tendrá que ser amable. Por lo cual se han negado sus críticas y poner en mi propia alabanza, nadie me va a definir, nadie va a decirme lo que puedo lograr, no va a decir que no he dado todo lo que tiene que dar y no tendrá mi gloria.
Interminables pasillos
Interminables pasillos que dan para pensar. La mano firme del entrenador contiene mi furia, mis nervios, mi miedo para mantenerme en ese punto en el que me siento dueño de lo que hago. Aun así mi cabeza piensa y piensa, más deprisa que mis pasos. El pasillo es largo pero acogedor. Casi agradeces que no acabe y poco a poco empiezas a oir el murmullo del ring. Giras y todo se vuelve explosión. Luces, música, la gente. Aun sientes la mano firme en tu hombro. Unos pasos más, cuatro escaleras y solo quedas tú y ese tipo que curiosamente ahora parece más grande.