Fantasmas
A veces hay momentos en los que parece que te rodean las sombras, que el desánimo y el miedo se enredan en tus piernas haciéndote caer y aprisionándote en tu propia alma, haciendo que te escondas en lo más profundo de tí mismo huyendo de algo intangible pero real y te encuentras temblando de pánico en el rincón más apartado y desolado de tu mente, esperando que eso, sea lo que sea eso, no pueda encontrarte. Y te sientes un cobarde.
A veces abres los ojos y no ves nada, solo la negrura más absoluta. Avanzas a tientas tropezando con todo mientras buscas una luz, un faro que te guíe en una oscuridad que parece no terminar nunca, que no hay nada más o que todo lo que existe es nada. Intentas encontrar algo donde agarrarte, cualquier cosa a la que tus manos puedan aferrarse con fuerza pero todo está vacío. Gritas y el eco no devuelve tus gritos, lloras y tus lágrimas caen a ninguna parte. Y te sientes solo.
A veces quisiera correr sin parar, hasta el fin de mis fuerzas y caer exhausto, vomitando el contenido de un estómago vacío y con mi garganta reseca suplicando por una gota de agua. Y levantarse y seguir corriendo para caer tan solo después de haber avanzado unos pocos metros. Y ya no levantarte más porque ya no importa y dejar que me abandonen las fuerzas, que el sol queme mi piel y la arena cubra mis huesos. Y te sientes débil.
Es de noche y llueve. La tenue luz anaranjada de las farolas de la calle se mezcla con el blanco brillante del monitor, tiñendo las sombras de un color mortecino y lúgubre. Y en medio del silencio nocturno, justo antes de pulsar el botón que publicará estas palabras, mis labios dibujan una de esas sonrisas mías pícaras, de niño travieso.
Porque soy fuerte. Porque soy valiente. Porque no estoy solo. Y porque ya he ganado la guerra.
La vida te pone a prueba muchas veces, pero cuando te regala un momento así, sabes por qué estás haciendo lo que haces.
Agradeceros a los que me habeis brindado esta oportunidad (Néstor Domínguez, Juan del Valle, Centro Deportivo Tibet )
Todavía queda mucho trabajo por hacer y espero seguir muchos años poniendo mi granito de arena para hacer grande este deporte.
A menudo me han preguntado ¿Cómo puede gustarle el boxeo a una mujer como yo? Un tipo de gente que sabiendo que persigo la sensibilidad, la belleza, no me encajan en un mundo así. Como puedo hacer de ello un trabajo tan personal.
Los deportes de contacto me dan algo que no siempre encuentro en la vida que me rodea.
Muchas de esas personas son luchadores fuera de un ring. la forma de perseguir su sueño. La capacidad de concentración. Las veces que la fustración no ha evitado que vuelvan al gimnasio día tras día para conseguir hacerlo mejor. El respeto por las reglas cuando ese contacto físico nublaría la mente de cualquiera.
Donde en otras personas el poder destruye y las hace ruines, aquí el poder te da humildad. Y me refiero al poder que tiene un puño, no al de una bolsa.
Desde hace cuatro años siento que me levanto con los guantes puestos .