reportaje
Million Dollar Baby
“¿Por qué se pierde la condición femenina?”
A la primera semana de entrenamiento, quise subir al ring. La verdad que subí. Pero no fue precisamente la mejor experiencia”.
-Qué pasó?.
“Salí llorando. Dije: me rompieron la cara. En la segunda, salí llorisqueando y en la tercera… no lloré más!. Uno va aprendiendo. Se va amoldando”.-Tu rostro no parece semejarse al de una boxeadora.
“Ah… no!. Por qué?.
-No guarda relación con un deporte particularmente recio…
“Ese es el error. Yo digo que el boxeo para mí, es una ayuda física y mental. Es un control para la ansiedad. Son aspectos que incentivan el futuro que uno quiere. Soy perfeccionista. Cuando me llegue el momento del debut, no quiero perder. Si alguien piensa que el boxeo es violencia se equivoca”.
-Hasta dónde se resigna la condición femenina?.
“Quién dijo que se pierde la condición femenina?. Por hacer boxeo, no dejo de ser mujer. Cuando una mujer boxea, no faltan quienes dicen: es una “marimacho”. Por qué tiene que ser así, si simplemente no es así. No lo veo como un deporte solo masculino”.
-Tu padre comparte, lo de una hija boxeadora?.
“No solo comparte, sino que me alienta. Va al gimnasio. Hablamos y busca corregirme. Está conmigo”.
-Tu madre?.
“No le gusta. Es más, que yo haga boxeo, le da pánico”.
Historia de un sparring
Pero un día, la vida te regala esa oportunidad. Sabes que todo está en contra en ese combate y aun así sueñas con ganar.
Cuando suena la campana centras cada músculo de tu cuerpo en ganar ese primer round. Lo consigues. Te creces en confianza, lo estás haciendo bien. Vuelves a la esquina pensando en que solo has de seguir como hasta ese momento.
Oyes la campana por octava vez . Estás a punto de demostrarte a ti mismo que eres capaz de estar a la altura de los grandes.
Pero esta vez no lo has visto venir. Con la guardia completamente bajada, lo único que sientes es el duro impacto del guante y poco después la fría lona. Intentas levantarte pero esa cuenta va demasiado deprisa. Y en unos segundos… KO!
Creias hacerlo bien. Quizás fue la mala suerte.
Hay trenes que solo pasan una vez en la vida y tu no pudiste o no supiste subirte a él.