reportaje
Sudor y Lágrimas
Somos más grandes cuando no dejamos de ser humanos. No sé que aluvión de emociones inundan un deportista cuando le llega un momento de recompensa después de tanto esfuerzo. Sergio “Maravilla” Martinez decía que lloraba como un niño después de una pelea . Por algún lado tiene que salir. Yo les he visto concentrados, dando el alma en plena lucha y desbordados llorando como niños cuando todo llega a su fin. La suerte de captarlo es tan grande como la de ellos de vivirlo. Como diría Ruby “Pura Vida”.
Interminables pasillos
Interminables pasillos que dan para pensar. La mano firme del entrenador contiene mi furia, mis nervios, mi miedo para mantenerme en ese punto en el que me siento dueño de lo que hago. Aun así mi cabeza piensa y piensa, más deprisa que mis pasos. El pasillo es largo pero acogedor. Casi agradeces que no acabe y poco a poco empiezas a oir el murmullo del ring. Giras y todo se vuelve explosión. Luces, música, la gente. Aun sientes la mano firme en tu hombro. Unos pasos más, cuatro escaleras y solo quedas tú y ese tipo que curiosamente ahora parece más grande.
Batman o el espíritu del guerrero
“El espíritu de un guerrero no está engranado para la entrega y la queja, ni está engranado para ganar o perder. El espíritu de un guerrero sólo está engranado para la lucha, y cada lucha es la última batalla del guerrero sobre la tierra. De allí que el resultado le importa muy poco. En su última batalla sobre la tierra, el guerrero deja fluir su espíritu libre y claro. Y mientras libra su batalla, sabiendo que su voluntad es impecable, el guerrero ríe y ríe.”